martes, 17 de julio de 2012

Repensar el mal. De la ponerología a la teodicea de Andrés TORRES QUEIRUGA (Recensión)



Por: Julio Rafael Gutiérrez

TORRES QUEIRUGA, Andrés, Repensar el mal. De la ponerología a la teodicea, Editorial Trotta, Madrid, 2011.
376 páginas.
ISBN: 978-84-9879-194-5

Andrés Torres Queiruga, autor de más de una docena de libros, es Doctor en Filosofía y Teología, profesor de Teología Fundamental en el Instituto Teológico Compostelano y de Filosofía de la Religión en la Universidad de Santiago. Su preocupación fundamental es repensar la fe, actualizando su comprensión, de tal manera que sea posible recuperar hoy la experiencia cristiana originaria.
El propósito fundamental del libro es mostrar que hoy es posible, legítimo y necesario fundar críticamente una teodicea, desde presupuestos actuales (p. 22); su punto de partida es el dilema de Epicuro (p. 16),y el desarrollo del texto es un diálogo con las diferentes respuestas que se han dado a los desafíos planteados por dicho dilema, tanto en el ámbito creyente como en el no creyente, y que se resumen en las dos posturas siguientes: o Dios no puede contra el mal o no es bueno porque lo permite.
El desarrollo del texto es como sigue: en la época medieval, el dilema no representó ningún problema: «aceptar el mal era tan obvio como actitud personal y resultaba tan plausible socio-culturalmente, que el dilema no se concebía como cuestionamiento de la fe en Dios» (p. 159). El problema surgió en la Modernidad, con la instauración de la autonomía de la razón y el descubrimiento del mundo y su intrínseca causalidad. Ya no fue fácil conciliar la fe en un Dios omnipotente y bondadoso y la existencia del mal: «El ateísmo sería a todas luces el resultado más coherente; y, de hecho, esa es la consecuencia que ha sacado una buena parte de la cultura moderna» (p. 158). Y no fue fácil la conciliación porque los argumentos esgrimidos, a favor o en contra de Dios, no lograron diferenciar los planos del discurso: se seguía pre-suponiendo la idea del Dios interventor, del período anterior, pero se reivindicaba la autonomía del mundo. La conclusión lógica fue la dificultad de aceptar la fe en Dios.
Si el mal se consideró la prueba más contundente de la inexistencia de Dios, también se puede considerar un camino para llegar a Él. El mal no es asunto de Dios, sino de los seres humanos: «la raíz última, la definitiva condición de posibilidad del mal está en la finitud» (p. 108), finitud del mundo y del ser humano. Precisamente por eso es una posibilidad real para el encuentro con la Trascendencia. Solamente que, en su consideración como tal, hay que respetar las reglas de todo análisis metodológico, su rigurosidad y su profundidad, y cumplir con aspectos elementales como el diálogo respetuoso y la escucha atenta, en contra de posturas dogmáticas y apologéticas. En esto consisten la ponerología y la pisteodicea.
El libro comienza con una extensa introducción al debate heredado por el enigma del Epicuro, que sirve al lector para ambientarse en el tema. Incluye la presentación de nacimiento de la «teodicea» en la Modernidad, con el diálogo Leibniz-Bayle. En este momento, el autor presenta su tesis central, que luego la recordará constantemente, con el fin de que el lector no se pierda en los debates que sostiene con sus interlocutores, entre ellos San Pablo, Santo Tomás, E. Kant, M. Heidegger y K. Rahner, quienes se han dedicado también a «re-pensar» el mal.
La parte principal del libro son los capítulos dedicados a la ponerología, la pisteo-dicea y la teodicea. La ponerología es el análisis del mal en su nuda realidad, con el fin de presentarlo de forma clara y distinta, siguiendo el análisis fenomenológico; el objetivo de este análisis es mostrar cómo la presencia de pre-juicios en cualquier discurso, sin su debida consideración, puede llevar a conclusiones nefastas, como la creencia en la posibilidad de un mundo sin mal. La pisteodicea es el intento legítimo de todo ser humano de querer entender el mal, siempre y cuando lo haga con honradez intelectual; en estos intentos caben las explicaciones teológicas, filosóficas y científicas, las ateas y las creyentes, las cristianas y las no cristianas. Finalmente, la teodicea es la respuesta cristiana desde la fe en Dios, que con su lógica específica afronta los desafíos del inevitable mal en el mundo, en diálogo y colaboración con otras disciplinas. Resuelve las contradicciones mostrando las trampas (pre-juicios) subyacentes de los argumentos clásicos y ubicándolos en su justo lugar.
El título es coherente con el texto del libro, pues éste es un re-planteamiento, amplio y bien fundamentado, acerca del mal. El constante recordatorio de la tesis central, lejos de parecer repetitivo, como sospecha el autor, es un recurso pedagógico muy útil para mantener al lector siempre ubicado en la lectura. Su amplia bibliografía le da una gran riqueza, sin embargo es lo que lo hace un texto para iniciados.

2 comentarios:

  1. Gracias por la buena explicación del libro. Solo una duda: ¿por qué es un libro para iniciados?
    Saludos

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  2. Pero no aborda el origen del mal y su definición como tal...

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