martes, 14 de mayo de 2013

JOSÉ MATÍAS DELGADO, EL CASO DE SU EXCOMUNIÓN Y EL CISMA




Por: Mauricio Campos Huezo





Hace 189 años, un 4 de mayo de 1824, el Congreso Constituyente de El Salvador, acordó nombrar Obispo al Pbro. y Dr. José Matías Delgado, juramentado un año después, el cual era diputado y Presidente de la Asamblea, forjador de los primeros cimientos de la Patria Salvadoreña, y defensor contra el ataque expansionista del Emperador Agustín de Iturbide de México. 

Recién tuve el beneplácito de tener en mis manos, la reciente tesis doctoral del Padre Luis E. Ayala Benítez, sobre la «Iglesia y la Independencia Política de Centroamérica: El caso del Estado de El Salvador (1808-1832)», en la cual adjunta una serie de documentos, entre decretos legislativos, edictos y bulas papales, matiza el impacto que tuvo esa etapa en la figura del Pbro. Dr. José Matías Delgado, el cual fue víctima de las circunstancias que se dieron en la época, derivado de su extraordinario liderazgo independentista, siendo  excomulgado injustamente por el Papa Pio VIII, 3 meses después que fue nombrado Papa, un 7 de julio de 1829 y que no se pudo concretizar por la ausencia del exiliado y archi enemigo Arzobispo Casaus de Guatemala, ínterin que aprovechó el Gobierno de El Salvador, de derogar varias veces los decretos de nombramiento del Padre Delgado como Obispo y la Diócesis de San Salvador, lo cual fue a iniciativa de él mismo. 

El Padre Matías Delgado falleció el 12 de noviembre de 1832, pidiendo a la Asamblea que repare su honor vulnerado.

Todo gira, alrededor del Derecho de Patronato o Patronato regio o indiano, el cual consistía en un conjunto de privilegios que los Papas otorgaban a monarquías europeas, en nuestro caso a los Reyes de España, para elegir personas que ocuparan puestos en la Iglesia Católica en la época colonial hispánica, a partir del Papa Julio II (1508). Derecho que por interpósito poder se lo habían tomado los diputados de la época, los criollos de la Independencia.

La interpretación del gobierno federal, local y sacerdotes, de los Derechos de Patronato a favor de las autoridades civiles, a causa de la independencia en Centroamérica y al no existir la legitima Corona Española que reclamara esos Derechos (Bonaparte destrono la Corona Española),  vrs la posición del Arzobispo Fary Raymundo Francisco Casaus y Torres de Guatemala, que debía de retornar a la Santa Sede; originó fuertes diferencias con implicaciones político-religiosas, alcanzando el cisma (elevado casi a nivel de herejía, por atentar contra el orden canónico de la Iglesia), con la  erección de una Diócesis en San Salvador y la elección de su Obispo por parte de las autoridades civiles salvadoreñas, constituyó uno de los momentos más difíciles, que tuvo que afrontar el Estado de El Salvador, la Iglesia Centroamericana y la Santa Sede, con los Papas León XII y Pio VIII.

Este cisma no se concretizó, ya que no se formalizó en la Santa Sede, pues la juramentación del primer obispo de San Salvador, de parte de la Asamblea de San Salvador, se dio en la persona del sacerdote y Dr. José Matías Delgado, el domingo 24 de abril de 1825, únicamente por parte de las autoridades civiles, sin el beneplácito de la Iglesia, y sin la respectiva bula papal.

El nombramiento de Obispo, fue decretado por el Congreso Constituyente el 4 de mayo de 1824, posterior a la erección en diócesis la provincia salvadoreña y manifiesto el nombramiento del padre Delgado como primer obispo, de parte de la Junta Provisional Gubernativa de San Salvador el 30 de marzo de 1822, unos meses después de haber proclamado la Independencia el 15 de septiembre de 1821. 

Esta erección y nombramiento, se sustenta « en el modo y forma que lo han acostumbrado hacer los Reyes católicos de España, para lo cual se dirija por este Gobierno la suplicatoria correspondiente a su Santidad … a efecto de que se digne confirmar este acuerdo y mandar expedir en consecuencia las bulas de estilo.», y ratificado por el mismo Congreso el 10 de noviembre de 1822; el principal argumento lo constituyó los derechos al uso del patronato, causando su interpretación un debacle de problemas por las interpretaciones que se hicieron de él.

Este nombramiento y juramentación, no contó con el beneplácito del Arzobispo Casaus y Torres, el cual fue consistente en su planteamiento desde que le fue comunicado en Julio de 1824, manifestando que la creación de la nueva Diócesis y elección de su Obispo, debe ser conforme a los medios que prescriben las leyes eclesiásticas.

El mismo Arzobispo Casaus (ex obispo de Oaxaca, México), fue de la idea de crear un obispado en San Salvador, sugiriéndoselo a la Corona a finales del siglo XVIII, su lealtad a los Reyes de España, fue manifiesta al tardar 5 días en respaldar y juramentar la independencia. Su férrea posición, le implicó expulsión y exilio en Cuba, donde falleció el 10 de noviembre de 1845. Expulsado en 1829 por declararlo «traidor a la patria», por el Gobierno de Francisco Morazán.

Esto implica, que el Arzobispo Casaus, nombrado por la destronada Corona Española, como legitimador de oficio de la Iglesia en la región, no estuvo de acuerdo que al no existir la Corona Española, los derechos del patronato no eran transferidos a los gobiernos locales, retornaba a la Santa Sede, por lo que era requisito que el nombramiento viniese del papa, con la respectiva bula para formalizar o legitimar la Diócesis y su Obispo. La posición férrea de este Arzobispo español, creo tensiones de Estado, que facilitó el ingreso de protestantes en Centroamérica, con los gobiernos liberales a la libertad de cultos. 

Un reconocimiento del Papa Francisco, a la labor pastoral independista del Padre y Dr. José Matías Delgado, sería un justo reconocimiento a los pueblos de Centroamérica y su Independencia, por lo que queda abierta la invitación a la Conferencia Episcopal de El Salvador, tramitar y sustentar merecido reconocimiento de la Iglesia, sería otro buen comienzo en este año de la evangelización, pues el pueblo ya lo reconoció como uno de sus dignos próceres de la Patria.