martes, 17 de julio de 2012

La humanidad de Dios de José María CASTILLO (Recensión)

Por: Ángel Iván García Rodríguez

CASTILLO José María, La humanidad de Dios, Trotta, Madrid 2012.
pp.118.
ISBN: 978-84-9879-250-8

José María Castillo es uno de los teólogos más notables de España y América. Se ha desempeñado como catedrático en la Universidad de Granada y en la Universidad José Simeón Cañas, UCA, El Salvador. Ha mostrado gran interés y sensibilidad por los temas de la justicia, el compromiso con los pobres y, a través de sus reflexiones teológicas, ha intentado responder a los desafíos y cambios que experimenta la sociedad contemporánea actual.

El nuevo libro de José María Castillo, se titula La humanidad de Dios conformado por nueve capítulos en los cuales da cuenta de la actual crisis de fe que se vive en el mundo, ocasionada por la forma falseada de pensar, hablar y relacionarse con Dios. En muchas ocasiones, se presenta a un Dios infinitamente poderoso e infinitamente bueno.  Esto trae como dificultad el no poder conciliar las ideas humanas sobre Dios con la realidad de sufrimiento que se vive en el mundo; por ello, se ha echado mano al poder y se ha presentado a un Dios autoritario, prepotente, dominador, justiciero, amenazante, por consiguiente, un Dios totalmente deshumanizado. Pretende Castillo ahondar en las raíces más humanas, especialmente, en la humanidad de Jesús de Nazaret, para que desde allí podamos acceder al encuentro con un Dios humanizado.
Sin embargo, no resulta nada fácil pensar y hablar de Dios en el mundo, porque Dios no está al alcance de los seres humanos. A Dios nadie lo ha visto. El Dios representado responde a las ideas racionales que poseen los seres humanos que han sido inculcadas en sus propias religiones. Una de las vías para poder hablar y pensar en Dios (trascendente) es desde nuestra propia inmanencia, quiere decir esto, desde nuestras propias categorías y representaciones. A Dios no lo podemos abarcar y conocer porque se manifiesta como un ser trascendente. Dios no está al alcance de nuestras especulaciones racionales.
No obstante, el autor reitera, que la crisis actual de la fe en Dios está relacionada a la manera como se ha presentado la imagen de Dios, tan distante de la propia realidad humana; por ello, Dios no le dice nada a la gente, más bien, está vinculado a lo sagrado-divino. Esta imagen de Dios distante de la realidad humana lleva a las personas a desvincularse del compromiso con la justicia y con los pobres. Un Dios adecuado y acomodado a cada individuo. Por tanto, el descubrimiento de un Dios-humano lleva a los individuos a fundamentar su fe en la práctica de una ética que comporta la justicia y el compromiso con los más desfavorecidos. Una ética basada en la bios (vida) de Jesús basada en la práctica de la misericordia.
Por otro lado, el autor recuerda que el centro del cristianismo es el mismo Jesús de Nazaret, o sea el Jesús terreno. Por tanto, la humanidad de Jesús posibilita que los seres humanos entren en contacto con Dios, y esta afirmación, el autor, la fundamentará a través de las tradiciones del Nuevo Testamento: la tradición de Pablo de Tarso, la tradición del evangelio de Juan y la tradición del evangelio de Mateo. En estas tradiciones se afirma lo siguiente: 1) que el Dios de Jesús es un Dios que se vacía de sí mismo; 2) que el Dios de Jesús es un Dios que se ha humanizado; 3) que el Dios de Jesús es un Dios al que se le encuentra en cada ser humano. Estas tradiciones muestran que el Dios de Jesús se muestra desde la realidad humana. Sin embargo, no ha sido nada fácil armonizar la humanidad de Jesús y del Padre de Jesús, para ello la mística y la teología han intentado mostrar lo más original de la primitiva tradición cristiana.
Es muy cierto que las religiones han causado una serie de divisiones entre los seres humanos, pero aún más, se han creído dueños de la persona de Jesús. Sin embargo, Jesús no pertenece a una religión, a una Iglesia, Jesús pertenece a toda la humanidad.
Finalmente, la Iglesia y la teología tendrán futuro si, en la medida de lo posible, intentan responder a los signos de los tiempos que hoy se presentan en esta nueva humanidad. Si hace lo contrario, tendrá consecuencias nefastas para ambas, llevándolas a una intensa y progresiva involución y seguirá perdiendo consistencia frente a otros saberes.
Este libro, leído de manera pausada y reflexionada se puede convertir en un gran itinerario espiritual que ayude a depurar la idea que de Dios se maneja, y la manera de entender y practicar la religión. Es un intento de recuperar desde la humanidad de Jesús lo más original de Dios, y de esta manera desmitificar las concepciones que de Dios se han hecho en la historia de las religiones.
Ciertamente, que para algunos puede parecer un escándalo que el lugar del encuentro con Dios no es ya lo «sagrado», «el templo», sino lo puramente humano, por tanto, para  que el ser humano se encuentre con Dios tiene necesariamente que experimentarse humano.  A mi parecer, para vivir de una manera madura la fe  cristiana es necesario experimentarse y aceptarse profundamente humano, es una condición previa, como también, tener la certeza que Dios desde nuestra propia humanidad, y desde nuestra propia historia concreta, actúa a favor nuestro, porque entiende y comprende nuestra condición humana.
Este texto, escrito de manera sencilla, pero con rigor científico y teológico, no deja de ser una ayuda para aquellos que desean vivir la búsqueda y la aventura de descubrir al Dios que se vacía de sí mismo, al Dios humanizado, al Dios que podemos encontrar en cada ser humano, y especialmente en aquellos que sufren, y que se le puede acceder a través de la humanidad de Jesús, en el Misterio de la Encarnación.

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