Por: Erick de Jesús Cruz Castro.
NOLAN,
Albert, Jesús, hoy. Una espiritualidad de libertad radical, Sal Terrae,
Santander 2007.
263 págs.
ISBN:
978-84-293-1705-3.
El
libro Jesús hoy, una espiritualidad de libertad radical contiene cuatro partes,
17 capítulos, finalizando con una extensa bibliografía y un índice onomástico y
analítico.
El
autor nos presenta como tesis fundamental el seguimiento de Jesús en nuestra
realidad presente. Realidad compleja, influenciada por los diferentes
acontecimientos que han dañado la
relación con Dios, consigo mismo, con la naturaleza y con los demás. Es
necesario replantearnos desde Jesús, una libertad radical desde el paradigma
del «reino de Dios», que nos lleve a transformar nuestro mundo antes que este
mundo nos pase la factura a todos dada la influencia del individualismo y de un
capital que se pretende como horizonte encarnar el mal expresado en el ego del
hombre posmoderno, irrespetando tanto a los seres humanos, hijos de Dios, como
al entorno, la naturaleza y la creación.
Para
Nolan, ésta espiritualidad radical se
basa en que Jesús: «fue capaz de ponerse en pie y contradecir los supuestos,
costumbres y normas culturales de su sociedad» (p. 232). Para poder hacer
visible al Dios de la vida, ése Dios que ama incondicionalmente a los pobres y
afligidos de todos los tiempos, el Dios presente en la creación en todas sus
dimensiones.
Ahora
bien, lograr hacer la voluntad de Dios al estilo de Jesús, no depende solamente
de ciertos ritos o actitudes tradicionales que la Iglesia como institución nos
ha enseñado. Para el autor, hacer la voluntad de Dios al estilo de Jesús supone
llevar un proceso de auto liberación interior en una dimensión mística, abandonándose en total confianza en el Padre, pero al mismo tiempo, asumiendo nuestro compromiso cristiano como «unísonos»,
es decir, somos parte del gran universo con sus leyes y paradigmas que realizamos
su complemento en la medida en que expresamos nuestra alteridad con todos los
elementos, y especialmente con los demás seres humanos. Hemos de vernos como
familia, como hermanos y hermanas.
Para
Nolan, en principio tenemos que darnos cuenta de los signos de nuestro tiempo,
cómo ésta sociedad replantea la necesidad de hacer visible a Dios, sobre todo,
en las sociedades donde el gran vacío es resultado de la falta de esa relaciónprofunda con el Dios
de la vida, quien como misterio, vive
presente en el mundo, pero también es necesario que los cristianos de hoy nos
quitemos muchas máscaras que la misma
sociedad, y en concreto, el sistema económico nos ha dado. Llegar a la esencia
de Dios significa darnos cuenta de que los seres humanos formamos parte de un
conjunto de relaciones que definen el futuro de la vida, lo que Jesús llevó hasta las últimas
consecuencias, siendo libre desde la libertad de Dios.
La
relación con la naturaleza, se plantea desde la idea de que la ciencia y su descubrimiento
en nuestros días, cada vez más asume como horizonte el misterio de la vida y
sus múltiples expresiones. Ya no se ve el mundo científico como fenómeno
mecanicista, sino como un todo donde cada uno es parte de, con la necesidad de
ser complementarios a los elementos que
la conforman, incluso, de descubrir a Dios presente en medio de los proceso
evolutivos.
De
igual forma, la relación consigo mismo como dimensión indispensable de apertura
a Dios como Padre. No podemos relacionarnos con Dios sin antes contemplar nuestro mundo interior, nuestras heridas,
nuestros fracasos, nuestros éxitos. Es cuestión de lograr primero, una libertad
interior para que fluya nuestro potencial, a lo que la sociedad, con su falso
ego nos ha robado y ocultado; de tal forma que necesitamos desacondicionarnos y
llenarnos de los valores de Jesús y de sus
actitudes frente a los enfermos y prejuiciados de nuestro tiempo. Una actitud
libre y liberadora, jamás opresora.
Una
relación con Dios es precisa, no como fetiche que la cultura o la sociedad
capitalista ha convertido, usándolo hasta en las más horribles masacres que han
dañado su creación, sino con una confianza filial al estilo de Jesús que le
llamo Abba Padre. Confianza que nace desde esa relación de unicidad en la que
el otro es parte de mí y yo parte de él. Se trata de dejarnos trasformar por
él, por su amor y su misericordia.
Nolan
propone finalmente que ésta estructura de relaciones se concluye en la relación
con los demás, en sentirnos identificados con el proyecto de la creación, con
la humanidad. Desde este punto de vista, debemos preocuparnos con relación al
rumbo que lleva nuestro mundo; no debemos estar dormidos como lo quiere el
sistema o el ego, todo lo contrario, es cuestión de ponernos a la par del sufrimiento del otro, de
los excluidos y marginados. Es cuestión de que aquello que dejemos de hacer
como un todo, tendrá consecuencias catastróficas dado que somos parte del
universo, de la humanidad, de una familia que vive y que está llamada a la
comunión. Luchemos entonces contra tantos signos devastadores que podrían
acabar por extinguirse ante los aspectos evolutivos de la naturaleza.
Frente
a esto, una opción convincente, la de Jesús, que hizo la voluntad de Dios.
Desde mi punto de vista, Nolan tiene un cierto
grado de asertividad, porque necesitamos replantearnos paradigmas nuevos, que
expresen realmente la espiritualidad de Jesús y la dimensión de su reino. Al
parecer nos hemos olvidado de ese elemento común que tenemos todos nosotros,
hijos de un solo Padre e hijos de la naturaleza, que debe llevarnos a actuar
sintiéndonos comprometidos todos con la causa de Jesús y su praxis evangélica.
Hay muchos retos, pero, esta era post moderna nos ha arrebatado lo esencial de
la vida del cristiano: Jesús y su dimensión redentora en la integridad del ser
humano.
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