Por: Julio Rafael Gutiérrez
TORRES
QUEIRUGA, Andrés, Repensar el mal. De la ponerología a la teodicea, Editorial
Trotta, Madrid, 2011.
376
páginas.
ISBN:
978-84-9879-194-5
Andrés
Torres Queiruga, autor de más de una docena de libros, es Doctor en Filosofía y
Teología, profesor de Teología Fundamental en el Instituto Teológico
Compostelano y de Filosofía de la Religión en la Universidad de Santiago. Su
preocupación fundamental es repensar la fe, actualizando su comprensión, de tal
manera que sea posible recuperar hoy la experiencia
cristiana originaria.
El
propósito fundamental del libro es mostrar que hoy es posible, legítimo y
necesario fundar críticamente una teodicea, desde presupuestos actuales (p.
22); su punto de partida es el dilema de Epicuro (p. 16),y el desarrollo del texto
es un diálogo con las diferentes respuestas que se han dado a los desafíos
planteados por dicho dilema, tanto en el ámbito creyente como en el no creyente,
y que se resumen en las dos posturas siguientes: o Dios no puede contra el mal
o no es bueno porque lo permite.
El
desarrollo del texto es como sigue: en la época medieval, el dilema no
representó ningún problema: «aceptar el mal era tan obvio como actitud personal
y resultaba tan plausible socio-culturalmente, que el dilema no se concebía
como cuestionamiento de la fe en Dios» (p. 159). El problema surgió en la
Modernidad, con la instauración de la autonomía de la razón y el descubrimiento
del mundo y su intrínseca causalidad. Ya no fue fácil conciliar la fe en un
Dios omnipotente y bondadoso y la existencia del mal: «El ateísmo sería a todas
luces el resultado más coherente; y, de hecho, esa es la consecuencia que ha
sacado una buena parte de la cultura moderna» (p. 158). Y no fue fácil la
conciliación porque los argumentos esgrimidos, a favor o en contra de Dios, no
lograron diferenciar los planos del discurso: se seguía pre-suponiendo la idea
del Dios interventor, del período anterior, pero se reivindicaba la autonomía
del mundo. La conclusión lógica fue la dificultad de aceptar la fe en Dios.
Si
el mal se consideró la prueba más contundente de la inexistencia de Dios, también
se puede considerar un camino para llegar a Él. El mal no es asunto de Dios,
sino de los seres humanos: «la raíz última, la definitiva condición de
posibilidad del mal está en la finitud» (p. 108), finitud del mundo y del ser humano.
Precisamente por eso es una posibilidad real para el encuentro con la
Trascendencia. Solamente que, en su consideración como tal, hay que respetar
las reglas de todo análisis metodológico, su rigurosidad y su profundidad, y
cumplir con aspectos elementales como el diálogo respetuoso y la escucha
atenta, en contra de posturas dogmáticas y apologéticas. En esto consisten la ponerología
y la pisteodicea.
El
libro comienza con una extensa introducción al debate heredado por el enigma del
Epicuro, que sirve al lector para ambientarse en el tema. Incluye la presentación
de nacimiento de la «teodicea» en la Modernidad, con el diálogo Leibniz-Bayle. En
este momento, el autor presenta su tesis central, que luego la recordará
constantemente, con el fin de que el lector no se pierda en los debates que
sostiene con sus interlocutores, entre ellos San Pablo, Santo Tomás, E. Kant,
M. Heidegger y K. Rahner, quienes se han dedicado también a «re-pensar» el mal.
La
parte principal del libro son los capítulos dedicados a la ponerología, la pisteo-dicea
y la teodicea. La ponerología es el análisis del mal en su nuda realidad, con
el fin de presentarlo de forma clara y distinta, siguiendo el análisis
fenomenológico; el objetivo de este análisis es mostrar cómo la presencia de
pre-juicios en cualquier discurso, sin su debida consideración, puede llevar a
conclusiones nefastas, como la creencia en la posibilidad de un mundo sin mal. La
pisteodicea es el intento legítimo de todo ser humano de querer entender el mal,
siempre y cuando lo haga con honradez intelectual; en estos intentos caben las explicaciones
teológicas, filosóficas y científicas, las ateas y las creyentes, las cristianas
y las no cristianas. Finalmente, la teodicea es la respuesta cristiana desde la
fe en Dios, que con su lógica específica afronta los desafíos del inevitable
mal en el mundo, en diálogo y colaboración con otras disciplinas. Resuelve las
contradicciones mostrando las trampas (pre-juicios) subyacentes de los
argumentos clásicos y ubicándolos en su justo lugar.
El título es coherente con el texto del libro,
pues éste es un re-planteamiento, amplio y bien fundamentado, acerca del mal. El
constante recordatorio de la tesis central, lejos de parecer repetitivo, como
sospecha el autor, es un recurso pedagógico muy útil para mantener al lector
siempre ubicado en la lectura. Su amplia bibliografía le da una gran riqueza,
sin embargo es lo que lo hace un texto para iniciados.