jueves, 8 de mayo de 2014

EL PRECIO DE LA GRACIA. EL SEGUIMIENTO. El libro de Bonhoeffer (Recensión)


Por: David Jacob Romero García

Bonhöeffer, Dietrich. El precio de la gracia. El seguimiento
Ediciones Sígueme, Salamanca 2004.
239 páginas.
ISBN: 843010075X

Dietrich Bonhöeffer, nació en Breslau (Alemania) en 1906. Estudió teología en la Universidad de Berlín. Completó sus estudios en New York. Fue Pastor luterano y profesor en la Universidad de Berlín desde 1935. En 1939, viaja a Estados Unidos a dictar un curso. Y decide volver a Alemania, a pesar de estar contra el régimen de Hitler. Fue un ferviente defensor de la justicia social, catalogándosele como uno de los precursores de la Teología Política. Es detenido y encarcelado en Berlín por atentar contra la vida de Hitler. El 5 de abril de 1945 es ejecutado en Flossenbürg.

El Precio de la Gracia es una obra publicada en 1937. Y nos presenta una muy buena visión de la claridad y el compromiso que un verdadero creyente en Jesús debe tener; además estamos delante a la visión más madura de Bonhöeffer.

La obra la podemos sintetizar en las siguientes ideas:

1.      El seguidor de Cristo debe ser radical. Asumir humildemente la gracia cara dada por Cristo, y ser fiel seguidor de él: renunciando al pecado y viviendo el evangelio.

2.    El seguidor sin compromiso no es seguidor de Cristo. El obediente es el que cree, y el que cree, obedece.

3.    No caer en la trampa de lo lícitamente o ilícitamente permitido. El seguimiento es libre, no se restringe a las normas. Como el joven rico, que no pudo comprender que la verdadera adhesión al Padre es la renuncia a sí mismo. Esta condición le permitirá vender y compartir sus bienes con el pobre.

4.  La obediencia al seguimiento de Cristo debe ser sencilla, sin justificaciones o modificaciones a conveniencia de intereses de cualquier tipo. Por ello, Bonhöeffer sostiene que el problema de la Escritura es un problema de hermenéutica; pues a veces la interpretación mide el seguimiento.

5.      La muerte en Cruz implicó para Jesús sufrir y morir rechazado, despreciado. Por tanto, un cristiano que no sufre y que no entrega su vida por los demás, no está siguiendo a Cristo; está siguiendo a la realidad del mal.

6.  El seguidor de Jesús debe comprender que el seguimiento es individual. Dios no llama en colectividad. Y Jesús es una realidad de mediación entre el individuo y el mundo, para discernir lo correctamente evangélico.

7.      Las bienaventuranzas de Mateo deben ser releídas como acción y renuncias hechas por Cristo para sentirse bendito por su Padre. Él lo ha hecho primero.

8.   Cristo sigue vivo, y sigue hablándonos a través del testimonio de la Escritura. Y siempre como  ruptura con el mundo.

9.     Los sacramentos deben ser compromisos y manifestación concreta de conversión. El cristiano hace presente a Cristo con su vida y testimonio (hablar y actuar). Por ello, estamos llamados a ser santos, donde brota desde nosotros la justicia y la redención de Cristo en la historia.

10.   La imagen del hombre ha sido restaurada por Cristo en forma plena. Y cada hombre deberá asumir el compromiso de no destruir esa imagen. Se trata de conformar nuestra vida en Cristo, acercarnos a su forma de vivir.

11.  La forma de Cristo en la tierra es la forma de muerte del crucificado. Por tanto, la vida del discípulo debe ser transformada a esta imagen: debemos asemejarnos a la persona entera del encarnado, el crucificado y el glorificado.

Bonhöeffer sigue siendo un teólogo controversial por su manera radical de entender el seguimiento de Cristo, con la implicancia del compromiso político hasta las últimas consecuencias, desde la llamada humilde del Maestro que dice: Ven y Sígueme.

El título del libro El Precio de la Gracia implica entender la diferencia en la vida de aceptar o no el compromiso que Jesucristo hace a cada cristiano. No se trata de sentimientos, sino de acciones políticas de alta calidad humana que recuperan la dignidad de las víctimas.

Por último, hago una consideración al lector interesado en esta obra: medítela en forma pausada. Y medir la vivencia del seguimiento cristiano de Bonhöeffer con la vivencia actual de un cristiano común; o por qué no decirlo, con su vivencia cristiana.

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