Por: Ángel Iván García
Rodríguez
TAMAYO-ACOSTA
Juan José, Nuevo paradigma teológico, Trotta,
Madrid 2003.
214 páginas
ISBN: 84-8164-658-X
Juan José Tamayo Acosta es un teólogo español
que ha sido vinculado con la Teología de la Liberación debido a los trabajos
realizados en esta perspectiva. Actualmente dirige la Cátedra de Teología y
Ciencias las Religiones “Ignacio Ellacuría” en la Universidad Carlos III de
Madrid, es profesor de la Cátedra Tres Religiones en la Universidad de
Valencia. Ha sido Secretario General de la Asociación de Teólogos y Teólogas
Juan XXIII, miembro del Comité Internacional del Foro Mundial de Teología y
Liberación, de la Junta Directiva de la Asociación para el Diálogo
Inter-religioso en Madrid (ADIM) y del Patronato de la Fundación Siglo Futuro.
Entre las publicaciones que han dado mayor proyección internacional a su
pensamiento interdisciplinar se encuentran: Para comprender la teología de la liberación
(2008); Islam Cultura, religión y
política (2009); Otra teología es
posible; Pluralismo religioso, interculturalidad y feminismo (2012); Fundamentalismos y diálogo entre religiones
(2009); Iglesia y sociedad en España
(con José M. Castillo, 2005).
El libro que se presenta a continuación de Juan
José Tamayo-Acosta, se titula Nuevo
paradigma teológico conformado por catorce capítulos en donde invita a la
teología actual a buscar un nuevo paradigma teológico, ya que el actual es
marcadamente dogmático. Puesto que, si la teología quiere enfrentar de forma
pertinente los problemas actuales debe encontrar nuevos paradigmas desde los
cuales reformular su reflexión. El autor encuentra un camino posible en los
puntos de convergencia entre las teologías del primer y tercer mundo, particularmente
las teologías que parten de la Teología de la Liberación.
Tal como señala el autor, el actual paradigma
teológico es marcadamente dogmático, por ello, existen expresiones de cansancio
en relación al mismo. Más aún, algunos consideran muchos de sus planteamientos anacrónicos pues
no responden ya a los fenómenos hacia los cuales estaban dirigidos. El gran
problema de la teología actual estriba en no esforzarse por dar respuestas
nuevas a los problemas nuevos. Ella se encuentra, en estos momentos,
descansando sobre respuestas ya sabidas. Si la teología quiere ser
significativa debe volver al principio
y a partir de su principio replantearse nuevos paradigmas. El autor propone los
siguientes:
Paradigma intercultural e interreligioso. El tiempo de la hegemonía cultural terminó. En la actualidad,
estamos frente a un pluralismo cultural nunca antes visto. Ante esta
constatación, la teología debe reconocer que sus categorías son fruto de una
cultura dominante. Por lo tanto, debe recurrir al diálogo intercultural
simétrico. Esto significa reconocer los rasgos liberadores presentes en cada
cultura,
lo cual ha de ser el fundamento de la teología del
diálogo interreligioso. La pretensión monoteísta de una única religión ha de
ser sustituida por la pluralidad de religiones que dialogan a partir de las
víctimas y la praxis ética. Para esto, el punto de partida se encuentra ya en
las tradiciones emancipatorias presentes en las diversas religiones del mundo.
Este diálogo emancipador dará origen a una interespiritualidad
que bota los muros divisorios y permite el enriquecimiento mutuo.
Paradigma hermenéutico. Este paradigma busca
librar a todas las religiones del fundamentalismo que puede generarse en ellas
mismas. Para que esto sea posible es necesario pasar de una teología
fundamentada en la exégesis de los textos, a una hermenéutica de los mismos en
busca del sentido profundo de estos. El riesgo de una vinculación pétrea con
los textos es la esclerotización de la religión. Esto sucede cuando ella se
convierte en un discurso aprendido y repetido como glosa de los textos
oficiales. Se trata por lo tanto no de repetir, sino de inteligir; y esto es
sólo posible desde la interpretación.
Paradigma feminista. La hermenéutica de
la religión, lleva necesariamente a tomar conciencia de la importancia del discurso
de género en la reflexión teológica. Se trata de hacer la lectura crítica de la
clave patriarcal presente en las religiones para purificarlas de esto. La lucha
y el sufrimiento por parte de las mujeres deben empujar al teólogo a desterrar
todo androcentrismo de su reflexión. Por lo tanto, las categorías de análisis
feministas se convierten en un lugar necesario para la reflexión de todo
teólogo. La teología en clave feminista no es un deber sólo de la teóloga, sino
de todos los y las teólogas/os con el objetivo de no ejercer bajo ninguna
manera la violencia de género y ayudar a la erradicación de todas las formas de
exclusión de la mujer.
Paradigma ecológico. A partir de la
hermenéutica y del feminismo, otra consecuencia es afirmar con seriedad que el
ser humano no es señor de la tierra. Así
como es ineludible e imperativo el destierro de todo androcentrismo, así
también aparece la imperativa necesidad de vaciar el discurso teológico de
antropocentrismo. En la actualidad, una de las tareas de la teología consiste
en dar voz a la tierra misma para buscar la liberación conjunta de la persona
humana y del sistema ecológico en el que vive. Para ello, la teología ha de
estar en diálogo permanente con las ciencias de la naturaleza, y a partir de
ellas dar voz a la tierra.
Paradigma ético-práxico. Siguiendo a G. Gutiérrez,
Tamayo afirma una vez más que el momento primero de la teología es la ética y
la praxis, a partir de esto se ha de formular una teología que responda a las
realidades humanas en forma realizable. Por tanto, la teología responde sobre
todo a la razón práctica y se construye a partir de los nuevos sujetos de la
historia: los y las marginadas/os. Esto supone despertar de la inocencia
social, histórica, étnica y cultural. Esto significa reconocer la relación de
la religión con la superestructura; comprometerse en las diversas luchas que
acontecen en el ahora para aliviar el sufrimiento y luchar por la justica; salir
de la centralidad del varón blanco cristiano, para abrirse a toda la humanidad
en su complejidad étnica, cultural y religiosa.
Paradigma utópico. La virtud teologal
de la esperanza vuelve a tomar un puesto significativo. No basta la fe, se debe
realizar una reflexión sobre la esperanza cristiana inteligente e inteligible
para los demás. Se trata de la unión de dos vías: la interrogativa y la
utópica. La primera pregunta sobre el porqué
de la situación actual. La segunda se atreve a soñar con lo aparentemente
imposible. De la convergencia de ambas brota la posibilidad real de la
construcción de una realidad aún no existente, pero posible. Se trata de
recuperar el principio de la esperanza activa y docta (J. Moltmann y E. Bloch).
Paradigma económico. Se hace tan
necesario incorporar el tema económico en el discurso teológico. Esto ha sido
posible a través de la teología política en el primer mundo y a través de la
teología de la liberación en el tercer mundo. Por tanto, si la economía es una
ciencia humana que debe contribuir a la realización integral de la persona y de
la sociedad, el discurso teológico tiene algo que decir al ámbito económico
mundial, inspirando a los modelos económicos a un proyecto de libertad,
conciencia, responsabilidad, solidaridad y priorizando el bien común.
Paradigma anamnético. Es el recuerdo
subversivo de la víctima. El uso del término anámnesis lo lleva a situar a la
víctima en el plano sacramental. No se trata de de un recuerdo simple, sino de
un paralelo real con la anámnesis de
Cristo, la víctima que reúne en sí a todas las demás del mundo. De esta manera,
adquiere también un carácter apocalíptico en el cual la memoria de la víctima
es siempre subversiva. La obediencia al sufriente es el fundamento de toda la
moral, desestabilizando así el presente sirviendo de defensa de la causa de los
vencidos.
Paradigma simbólico. Todas las religiones
se comunican a través del lenguaje de lo simbólico. El paradigma hermenéutico
implica necesariamente el paradigma simbólico. Sólo el símbolo es capaz de
acarrear en sí mismo el carácter polisémico de la religión y las culturas.
Finalmente,
el autor se pregunta: ¿Tiene futuro Dios en este mundo? Para Tamayo Dios está
más allá del teísmo. La fe en Dios tiene futuro si es capaz de responder al ser
humano. Para que esto sea posible, la fe debe situarse entre la mística y la
liberación. El futuro de la teología depende de la capacidad de unir ambas
realidades.
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