Por: Ricardo José Rodríguez García
GALEANO Adolfo, Visión cristiana de
la historia, ensayo de escatología, Ed. San Pablo, Bogotá 2010.
312 páginas.
ISBN 978-958-715-345-3
Adolfo Galeano, doctor en teología, publica este estudio sistemático de la
escatología cristiana desde la historia y las diversas escuelas de pensamiento
teológico. Su amplia experiencia como profesor de teología ofrece una rica
síntesis de un tema en auge en la reflexión teológica sistemática
contemporánea.
La obra está articulada de manera lineal y continua, de modo que ofrece a
lo largo de sus cuatro partes un recorrido sustancial del desarrollo del tema
escatológico, ubicando contextos y avances en la profunda realidad de las
ciencias de las postrimerías.
La primera parte desarrolla el
concepto del "esjaton" como
sentido de la historia. Esta realidad es presentada como un don de Dios que
mantiene el rumbo y le da consistencia a la visión lineal de la historia, en
contra de la visión cíclica presente en las corrientes helenistas de
pensamiento. Asimismo, enmarca este sentido desde el cambio de paradigma en la
baja Edad Media, hasta mostrar su desarrollo racional y de la persona como
punto de partida del renacimiento. El "esjaton"
encuentra en la modernidad su punto más álgido y alejado de su idea primigenia.
La persona y la razón ponen como centro a los grandes humanismos que
transforman la sociedad, la economía y la política; que en definitiva ven su
ocaso en la primera y Segunda Guerra Mundial, dando paso al posmodernismo y la
negación rotunda con su consecuente exclusión de la trascendencia cristiana.
Mención especial merece el análisis de una realidad latinoamericana desde la
visión de las grandes reflexiones eclesiales de Medellín, Puebla, Santo Domingo y Aparecida; ubicando las realidades del subcontinente desde
sus raíces metafísicas y barrocas de la escuela hispana de Salamanca, hasta la
realidad de exclusión e instrumentalización de la persona en el siglo XX. La
visión profética de estos documentos hace un llamado a volver al sentido
correcto de la historia y su valor personalista del Reino de Dios.
La segunda parte del libro
aborda el origen del "esjaton"
ubicando su raíz en la visión hebrea, es decir, desde la historia como lugar de
revelación de Dios a la humanidad; diferenciándola de la visión griega del
"logos" inaccesible. La consecuencia
directa de esta visión es saber entender el tiempo como una oportunidad que se
abre hacia la plenitud, libre de toda atadura y destino. Es decir, La historia
como el escenario perfecto donde Dios presenta su plan salvador a la humanidad.
Este plan de salvación realizado en el tiempo, es dinámico y encuentra su lugar
con la encarnación cuyo culmen es alcanzado en la cruz, poniendo como signo y
meta la resurrección, es decir la plenificación de la historia en cuanto a su
objetivo y fin último, que tiene como protagonista al Espíritu Santo que
infunde en la historia el dinamismo de la resurrección.
La tercera parte presenta una
revisión dinámica de los grandes temas particulares de la escatología,
revisados desde la idea central de la historia como un proceso que avanza a su
realización. En un primer momento el autor presenta el complejo tema de la
muerte desde una visión antropológica y personalista contemporánea poniendo de
relieve la realidad dinámica de la muerte en cuanto transformación-continuidad
del desarrollo personal en Cristo. En cuanto a las novísimos (la parusía, el
juicio particular, el purgatorio, el infierno y el cielo) presenta su razón de
ser en el encuentro personal con Jesucristo, quién hace comprender el sentido,
la razón y la plenitud de la historia y de la persona. En esta dirección pone
de relieve la coherencia de la reflexión de la historia lineal y su plenitud a
alcanzar en Cristo.
En la cuarta parte, el autor
refiere de forma magistral un recorrido denso y rico por la historia del
pensamiento cristiano escatológico. Las raíces propias de este pensamiento se
encuentran en la cultura y espiritualidad del pueblo de Israel, aunque el
Antiguo Testamento no esta impregnado totalmente de esta visión ya que se
presenta de forma histórica. Israel concebía en la esperanza del futuro la vida
en Dios, son los profetas los que se acercan a este tipo de interpretación de
la historia y su sentido; en cambio en el Nuevo Testamento, la visión se
compenetra en la óptica escatológica que se inaugura con la resurrección de
Cristo, principio, sentido y plenitud de la historia; de ahí que las escrituras
tengan en este evento escatológico el filtro y el origen del mensaje salvífico
de Dios en Jesucristo, cuyas acciones, liberaciones, exorcismos y mensajes ponen
de manifiesto el nuevo orden de las cosas y la esperanza en la plenitud de todo
cuanto existe. El Apocalipsis en este orden, demuestra la visión de una
Iglesia que peregrina en medio de no pocas adversidades hasta encontrarse
con su "esposo".
Con el paso del tiempo, la primitiva comunidad cristiana perseguida de los
primeros cuatro siglos, avanza hacia una institucionalización que la
sumerge en elementos del mundo, convirtiéndose ya no en una Iglesia
perseguida por la historia, sino en la protagonista de la construcción de una
sociedad justa, acorde a los valores del reino. Acudimos entonces a un ensombrecimiento
del ideal escatológico, y la balanza se inclina más al espíritu legislador y
moral.
La Edad Media atiende a una sistematización gradual de la visión
escatológica de la vida cristiana, que con poca fuerza asienta las bases
de una teología barroca producto del concilio de Trento, que no logra volver al
sentido escatológico de las primeras comunidades cristianas. Es precisamente
este empuje el que alcanza a la recién descubierta América e intenta configurar
en la base de la fe del nuevo mundo, una experiencia del reino de Dios presente
en las personas y en las culturas. Sin embargo en la colonia americana el
ímpetu escatológico se ve reducido más al estudio de las postrimerías
(novísimos) y no abarca el sentido de la historia como tal. Es hasta la teología
contemporánea donde se percibe un resurgir de la historia como proceso hacia el
"esjaton" con dos
corrientes bien definidas, por un lado grandes teólogos como Hans Urs Von Balthasar,
Joseph Ratzinger y Henri de Lubac; quienes cuestionan profundamente la modernidad.
Y por otra parte Karl Rahner, quien hace un serio esfuerzo por hacer
comprensible el cristianismo a la modernidad. Estos dos polos logran un
equilibrio de la escatología desde el espíritu de la historia y el estudio de
sus temas particulares, dejando abierto el siguiente paso que consistiría, para
el autor, en el redescubrimiento de la sensibilidad de
los primeros cristianos que toman como punto de partida de la escatología la
resurrección de Jesucristo, leyendo de esta forma la realidad y el futuro que
pertenece a Dios.
La escatología tradicional que se basa en el estudio de las postrimerías
alcanza una comprensión más amplia cuando se encuentra inmersa en el sentido de
la historia y de la Iglesia que peregrina hacia su razón de ser, Cristo, el “esjaton”, quien la mantiene en tensión
hasta alcanzar el objetivo para la cual fue creada: la felicidad junto a Dios y
junto a los demás.
El autor hace un esfuerzo magistral al identificar las diferentes etapas de
la reflexión de esta dimensión de la teología, las citas y los autores
mencionados son básicos para comprender este punto de vista. Un elemento que
merece ser mencionado radica en el hecho de la contextualización del
pensamiento escatológico en Latinoamérica, asignatura pendiente en las aulas de
enseñanza de la teología en nuestros seminarios, donde el énfasis se da
mayormente a los estudios clásicos y pensadores europeos. Me pareció vital
conocer el influjo que la forma de concebir la escatología o el sentido de la
historia, pesa en las decisiones y la configuración de nuestros pueblos,
profundamente católicos, que peregrinan
hacia el diseño social y sentido adecuado de su historia.
Otro detalle ante el análisis crítico del libro consiste en la aparente
falta de profundización en los temas particulares de escatología (novísimos)
donde el autor solo presenta la relación de su tesis desde la tensión entre
historia y pensamiento escatológico, dejando por un lado y hasta cierto punto
afuera, la rica reflexión del pensamiento que mantiene en los distintos apartados
de su obra.
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